La Escritura nos lleva a 2 Reyes 5:13-14, donde conocemos a Naamán, un hombre poderoso y respetado, general del ejército del rey de Siria. Pero a pesar de su grandeza, una sombra oscura lo cubría: la lepra, una enfermedad que lo desfiguraba física y espiritualmente. Al oír la palabra del profeta Eliseo sobre su sanidad, Naamán se indigna. ¿Cómo podría un profeta de Israel, un simple mensajero de un Dios extranjero, traerle sanidad? Sin embargo, ante la súplica y el consejo de sus siervos, Naamán decide humillarse y seguir la instrucción de Eliseo: sumergirse siete veces en el Jordán.
"3 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?" Los siervos de Naamán reflejan una sabiduría divina en sus palabras. Entienden que la verdadera fe no se mide por la grandeza de las acciones, sino por la disposición a obedecer lo sencillo que Dios nos pide.
"14 Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio." La obediencia de Naamán, aunque inicialmente reacia, fue recompensada con un milagro extraordinario. Esta sanidad física es un símbolo del milagro espiritual que Dios ofrece a todo aquel que se humilla y sigue Su palabra.
¿Qué nos enseña la historia de Naamán?
Que los milagros de Dios a menudo se manifiestan a través de actos de obediencia que desafían nuestra lógica. Dios no nos pide obediencia para humillarnos, sino para prepararnos para Su gloria. Así como Naamán tuvo que dejar su orgullo para recibir su sanidad, nosotros también debemos rendirnos ante los caminos misteriosos de Dios, confiando en Su plan perfecto.
Querido lector, ¿hay algo que Dios te está pidiendo que parece más allá de tus fuerzas? ¿Estás dispuesto a someterte, a humillarte y a obedecer, aun cuando no comprendas el porqué? Recuerda, la obediencia es un acto supremo de fe. Al obedecer a Dios, declaramos que confiamos plenamente en Él, por encima de nuestras dudas y temores.
Oración
Amado Dios, te agradezco por Tu palabra viva y poderosa, por la historia de Naamán que ilumina mi entendimiento. Confieso que a menudo he resistido lo que es sencillo, buscando respuestas complejas en lugar de seguir tu guía clara y directa. Dame un corazón humilde y obediente, dispuesto a seguir Tus mandamientos con fe inquebrantable. Perdona mis pecados, Señor, y renueva mi espíritu. En el nombre poderoso de Jesucristo, amén.