Señor, te rogamos que derrames tu bendición sobre Venezuela. Que en cada esquina resuene el canto de la libertad, que en cada hogar se viva tu amor, que en cada corazón arda el deseo de seguirte, de honrarte, de buscar tu voluntad por encima de todo. Sabemos que en tus manos está el poder de cambiarlo todo, que tu voluntad es buena, agradable y perfecta.
Venezuela, no estás sola. El cielo escucha tus plegarias, y la tierra responderá a tu clamor. El Señor es tu pastor, nada te faltará. Aunque camines por valles oscuros, no temas, porque Dios está contigo. Su vara y su cayado te infunden aliento. Hoy declaramos, con fe inquebrantable, que el futuro de esta nación está en las manos del Creador, y que su amor no tiene fin.
Amada Venezuela, levanta tu mirada, porque de lo alto viene tu socorro. El Señor está contigo, y Él hará nuevas todas las cosas.