Asociación Misionera de Iglesias Pentecostales

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Él transforma lo ordinario en extraordinario, lo seco en abundante

¿Alguna vez has sentido que, aunque lo tienes todo, algo profundo sigue faltando en tu vida? Quizás experimentas momentos de alegría pasajera, pero te encuentras de nuevo en la soledad del vacío. Es como si estuvieras en una fiesta que, poco a poco, va perdiendo su luz. Así ocurre en las bodas de Caná, donde el vino —símbolo de gozo y plenitud— se agota, dejando a los invitados desilusionados. Sin embargo, Jesús se presenta y lo cambia todo. Él transforma lo ordinario en extraordinario, lo seco en abundante. Hoy, Él puede hacer lo mismo por ti, si le permites entrar en tu vida.

Apreciado lector, hay un vacío profundo que nada en este mundo puede llenar. Tal vez has intentado buscar satisfacción en las riquezas, el éxito, o el reconocimiento, pero sigues sintiendo que algo falta. Quiero decirte que ese vacío solo puede ser llenado por el amor de Jesucristo. Él es la respuesta que tu corazón anhela, el refugio que tu alma necesita. Si sientes que no encuentras paz, es porque Cristo, y solo Cristo, es quien te ofrece la verdadera plenitud.

Hay momentos en la vida en los que todo parece desmoronarse a nuestro alrededor. Momentos en los que la desesperación se cierne sobre nosotros como una tormenta oscura y furiosa, y sentimos que estamos a punto de naufragar en un mar de problemas y angustias. Es en esos momentos cuando nos preguntamos: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué me siento tan solo? Pero quiero decirte hoy, desde lo más profundo de mi corazón, que no estás solo. Nunca lo has estado. Jesús está contigo, aun cuando la tormenta es tan feroz que no puedes ver la luz del día. Él es tu salvavidas, tu refugio, y tu esperanza en medio de la desesperación.

Hoy quiero hablarte como un padre que vela por sus hijos, como una madre que no puede soportar ver a su pequeño llorar. Sé que las luchas de la vida te han dejado exhausto, que las cargas del día a día han pesado sobre tus hombros. Pero hay esperanza, hay un tesoro escondido en tu dolor. Ven, acércate a la Palabra de Dios y déjate abrazar por su amor infinito.

Lo último

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16