Un centurión, un siervo y una gran lección
En este pasaje, se narra la historia de un centurión romano y su siervo enfermo. Lo curioso es que este centurión, alguien que no compartía la fe judía, demostró una fe inquebrantable en el poder de Jesús. A simple vista, parece una historia de otro tiempo, pero cuando la analizamos, descubrimos lecciones valiosas que podemos aplicar hoy, independientemente de nuestras creencias.
"7 Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. 2 Y el siervo de un centurión, a quien este quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. 4 Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; 5 porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. 6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. 8 Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo." Lucas 7: 1-10
El poder de la palabra
El centurión no necesitaba que Jesús estuviera físicamente presente para sanar a su siervo. Confiaba plenamente en que solo una palabra de Jesús sería suficiente para obrar el milagro. ¿No te hace pensar en el poder de nuestras propias palabras? Cada palabra que decimos puede tener un impacto profundo en quienes nos rodean: podemos construir o destruir con lo que decimos.
Humildad y respeto
A pesar de ser una figura de autoridad, el centurión reconoció su lugar y se acercó a Jesús con humildad. Esta actitud nos recuerda lo importante que es ser humildes y respetuosos con los demás, sin importar nuestra posición en la vida. En nuestras relaciones diarias, el respeto y la humildad pueden abrir puertas y generar vínculos profundos.
Amistad y amor al prójimo
La historia también nos habla de la preocupación genuina del centurión por su siervo. Este gesto nos revela un amor profundo hacia su prójimo, un valor universal que todos reconocemos y admiramos. La amistad y el amor son pilares que sostienen nuestras relaciones, y esta historia nos inspira a cuidar a los demás con ese mismo compromiso.
¿Qué podemos aprender de esta historia y cómo aplicarla en nuestra vida?
Escucha activa
Al igual que el centurión escuchó atentamente a Jesús, nosotros también debemos aprender a escuchar a quienes nos rodean con empatía, sin juzgar ni suponer. Escuchar es un acto de amor y respeto.
Palabras amables y constructiva
Así como una palabra de Jesús podía sanar, nuestras palabras también tienen el poder de edificar o de herir. Elegir bien nuestras palabras, buscando siempre construir, puede transformar nuestras relaciones.
Respeto por las diferencias
El centurión, a pesar de su origen y su religión, respetó profundamente a Jesús y su mensaje. En un mundo donde las diferencias a menudo nos separan, esta historia nos invita a reconocer el valor de cada persona, sin importar sus creencias o culturas.
Acción basada en la fe
La fe del centurión lo impulsó a actuar. De la misma manera, nosotros podemos actuar con convicción, creyendo que nuestras acciones, por pequeñas que sean, pueden generar un impacto positivo.
¿Te animas a ser un agente de cambio?
En un mundo donde a menudo prevalece la división, la Palabra de Dios nos invita a algo diferente:
Construir puentes y no muros. Que nuestras relaciones se basen en el respeto, la comprensión y el deseo de construir juntos.
Fomentar la empatía, poniéndonos en el lugar del otro y tratándonos con la dignidad que todos merecemos.
Ser agentes de cambio, usando nuestras palabras y acciones para construir un mundo más justo, lleno de amor y compasión.
Oración
Querido Dios, te pedimos que nos enseñes a hablar con palabras que sanen y edifiquen. Que podamos ser humildes, respetuosos y empáticos, como lo fue el centurión con su siervo. Ayúdanos a vivir con amor y a actuar con fe, confiando en que cada pequeña acción puede marcar la diferencia en nuestro mundo. Amén.
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