Carlos Finney, uno de los grandes hombres de Dios, nos dejó una advertencia que resuena hasta hoy: el legalismo en la religión puede convertir nuestro servicio en una pesada carga. Pero el verdadero adorador no es aquel que sigue reglas por miedo o por costumbre, sino aquel que adora al Padre "en espíritu y en verdad" (Juan 4:24). Esta adoración nace de un corazón transformado por el Espíritu Santo, un corazón que late de amor por su Creador.
La esclavitud religiosa es como un yugo que nos ata, y se manifiesta de las siguientes maneras
Obligación: Cuando sientes que cumplir con prácticas religiosas es un deber, algo que haces porque "toca", y no por un deseo genuino.
Miedo: El temor al castigo divino o a lo que dirán los demás domina tus acciones, robándote la paz.
Formalismo: La religión se convierte en una serie de rituales externos, mientras el corazón se enfría, sin una relación viva con Dios.
Falta de gozo: La religión se vuelve una carga pesada, sin el deleite y la paz que solo una relación auténtica con Cristo puede dar.
La libertad en Cristo
En contraste, cuando experimentamos la libertad que nos da Cristo, todo cambia. Nuestro servicio a Dios se convierte en una expresión espontánea y gozosa de adoración. El apóstol Pablo nos llama a servir “no como complaciendo a hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón, haciendo la voluntad de Dios con alegría” (Efesios 6:6-7).
Versículos clave y su interpretación
Romanos 6:6: "Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, y ya no seamos esclavos del pecado." - Al aceptar a Cristo, el poder del pecado sobre nuestras vidas es roto, y somos hechos verdaderamente libres.
Gálatas 5:1: "De manera que Cristo nos hizo libres, para que seamos verdaderamente libres; estad, pues, firmes, y no os sometáis nuevamente bajo yugo de servidumbre." - Esta libertad en Cristo nos libera no solo de la ley, sino también de las obras muertas que no traen vida.
2 Corintios 3:17: "Y donde esté el Espíritu del Señor, allí hay libertad." - El Espíritu Santo nos capacita para vivir en libertad, disfrutando del gozo que solo Él puede dar.
Juan 8:36: "Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." - Solo Jesucristo puede romper las cadenas del pecado y la muerte, dándonos una libertad que el mundo no puede ofrecer.
1 Juan 4:19: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero." - El amor de Dios es el motor de nuestra fe y el fundamento de todo lo que hacemos.
Mateo 22:37-39: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente... Amarás a tu prójimo como a ti mismo." - Aquí está el corazón de la verdadera religión: amar a Dios y al prójimo con todo lo que somos.
Romanos 12:1: "Presentad vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." - Nuestra vida, en su totalidad, debe ser una ofrenda de amor a Dios.
Hebreos 10:24: "Considerémonos unos a otros, para estimularnos al amor y a las buenas obras." - La comunidad cristiana es vital para nuestro crecimiento, donde nos animamos mutuamente a amar y servir.
Filipenses 4:4: "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" - La alegría en el Señor es una señal distintiva de quienes han encontrado la libertad en Cristo.
1 Pedro 1:8: "a quien amáis sin haberle visto... os regocijáis con gozo inefable y glorioso." - La fe en Cristo nos llena de un gozo indescriptible, un gozo que solo Él puede dar.
La verdadera religión no es una carga, sino una fuente de libertad y gozo inmenso. Cuando servimos a Dios por amor, experimentamos una transformación tan profunda que nuestro corazón se llena de paz y alegría. Que este mensaje nos lleve a vivir con un amor que libere, un amor que se refleje en cada aspecto de nuestras vidas, y que inspire a otros a buscar esa misma libertad en Cristo.
Referencias
Charles Finney. https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Finney
Discursos sobre el Avivamiento por Charles Finney https://lasfulltimers.wordpress.com/2015/09/29/discursos-sobre-el-avivamiento-por-charles-finney/
