Quiero que hoy tomemos un momento para detenernos, cerrar los ojos, y sentir la presencia de Dios en medio de nuestras vidas. Porque sé que muchos de nosotros hemos pasado, o estamos pasando, por tormentas que parecen no tener fin. Tal vez estás enfrentando problemas tan grandes que sientes que tu barca se va a hundir. Quizás el miedo, la ansiedad, y la desesperación te han robado el sueño, y te preguntas si Dios está realmente contigo en este momento.
Permíteme decirte que sí, Dios está contigo.
¡No lo dudes ni por un segundo! Él te ve, te escucha, y conoce cada lágrima que has derramado en silencio, cuando nadie más estaba mirando. En el Evangelio de Marcos 4:39-41, vemos a Jesús en medio de una tormenta feroz, pero su respuesta no fue de pánico, sino de paz. Él se levantó, miró al inclemente viento y al embravecido mar, y con una voz llena de autoridad divina, ordenó: “¡Calla, enmudece!” Y en un instante, la tormenta cesó.
Hoy, Jesús quiere hacer lo mismo en tu vida. Él sabe lo que te duele, conoce tus luchas, y entiende el peso que llevas en tu corazón. Pero te pregunto, ¿estás dispuesto a confiar en Él, a pesar de lo que ves a tu alrededor? Porque Él te pregunta hoy: “¿Por qué estás así amedrentado? ¿Cómo no tienes fe?” Estas no son palabras de juicio, sino un llamado de amor. Un llamado a recordar que no importa cuán fuerte sea la tormenta, Jesús está en tu barca. ¡Él tiene el control!
Tal vez te has sentido solo, como si nadie comprendiera por lo que estás pasando, pero quiero que sepas que el mismo Dios que calmó el mar hace más de dos mil años está contigo ahora. Él tiene el poder para calmar la tormenta en tu vida, para traer paz donde ahora hay caos, para darte esperanza donde hay desesperación. No permitas que el miedo te robe la fe, porque Jesús nunca te abandonará.
Quiero que visualices por un momento esa tormenta en tu vida. Tal vez es una enfermedad, una crisis financiera, un conflicto en tu familia, o una profunda tristeza que no puedes explicar. Ahora, visualiza a Jesús en medio de esa tormenta, levantándose y ordenando que todo se calme. Siente la paz que inunda tu corazón, siente cómo esa tormenta empieza a ceder, y cómo la presencia de Dios llena cada rincón de tu ser.
Hoy, te invito a que entregues esa tormenta a Jesús.
Déjale tomar el control. No estás solo, y nunca lo estarás. Dios tiene un propósito en todo lo que estás viviendo, y aunque ahora no lo entiendas, confía en que Él está obrando en tu favor. Permítele ser el capitán de tu barca, y verás cómo lo que antes te daba miedo se convierte en un testimonio de su gran poder y amor.
No te rindas.
No dejes que la tormenta te venza. Jesús está contigo, Él tiene el control de todo. Hoy, renueva tu fe, confía en su promesa, y déjate llevar por la paz que solo Él puede ofrecer. ¡Que tu corazón encuentre descanso en la presencia de Aquel que controla los vientos y las olas! ¡Amén!
Repite con sinceridad estas palabras
"Señor Jesús, hoy, te abro mi corazón y te invito a entrar en mi vida. Te pido que me perdones, y que me limpies con tu sangre preciosa. Renuncio a mi pasado y decido seguirte como mi Señor y Salvador.
Gracias, Jesús, por tu amor incondicional, por aceptarme tal como soy, y por darme la esperanza de una vida nueva en Ti. A partir de este momento, confío en tu promesa de que nunca me abandonarás, y pongo mi vida en tus manos.
En tu nombre poderoso, oro y te doy gracias. Amén."
Si hiciste esta oración con fe, has dado el primer paso hacia una nueva vida en Cristo. Dios te ama profundamente y tiene un plan maravilloso para ti. Te invito a nuetra iglesia donde puedas crecer en tu fe, y permite que Dios te guíe en este nuevo caminar. ¡Bienvenido a la familia de Dios!
