Imagina por un momento la escena de Zaqueo, aquel hombre que, desde lo alto de un árbol, miraba a Jesús pasar entre la multitud. No se atrevía a acercarse, su vida estaba marcada por el rechazo, el pecado, y la soledad. La sociedad lo veía como un pecador irredimible, alguien que merecía desprecio. Pero Jesús lo miró con otros ojos, con los ojos del amor. Lo vio no por lo que era en ese momento, sino por lo que podía llegar a ser si lo dejaba entrar en su vida.
Y tal vez, como Zaqueo, te has sentido atrapado por las etiquetas que otros te han puesto, o peor aún, por las que tú mismo te has puesto. Quizás has vivido preocupado por encajar, por cumplir con las expectativas de quienes te rodean, ignorando esa voz suave en tu interior que te pide algo más, algo profundo, algo verdadero.
"Jesús y Zaqueo
19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido." Lucas 19:1-10
Ese 'algo más' es Jesús
Jesús no vino para hablarte de reglas, no vino para decirte lo que deberías haber hecho. Él vino a decirte que te ama tal y como eres, pero también te ama demasiado para dejarte igual. Él te invita a dejar de lado el peso del pasado, la culpa, y las decisiones equivocadas. Jesús no te juzga, te entiende. Él vino a buscar a aquellos que están cansados, agobiados, los que sienten que ya no hay esperanza. Y en su mirada, hay perdón, hay misericordia, hay una nueva oportunidad.
Así como Zaqueo, puedes sentir que no mereces esa segunda oportunidad. Pero la verdad es que el amor de Jesús no se basa en merecimientos, sino en su infinita misericordia. No importa quién hayas sido o qué hayas hecho, Jesús está aquí, extendiendo su mano. No para señalarte, sino para levantarte.
La vida de Zaqueo cambió para siempre porque tomó la decisión de invitar a Jesús a su casa, y no solo a su hogar físico, sino a su corazón. ¿Te has preguntado qué podría pasar si tú también hicieras lo mismo? No se trata solo de una experiencia emocional, se trata de una transformación real y profunda, una que afectará cada área de tu vida: tus decisiones, tus relaciones, la forma en que enfrentas los desafíos y cómo amas a los demás.
La vida con Jesús no te promete que todo será fácil, pero te asegura que nunca estarás solo. Él te enseñará a vivir con sabiduría, no para complacer a los demás, sino para vivir conforme al propósito que Dios ha puesto en tu vida. Te mostrará que lo más importante no es lo que piensen de ti, sino cómo puedes servir y amar a quienes te rodean, como Él lo hizo.
Si hoy sientes que te falta algo, que el ruido de la vida te ha desviado de lo que realmente importa, escucha la voz de Jesús que te dice: "Ven, te estoy esperando. No te detengas más." Deja que su amor te transforme y te guíe hacia una vida llena de propósito, paz y esperanza.
¿Estás listo para dar ese paso?
No esperes a que todo sea perfecto o a sentirte completamente digno. Jesús ya te ha visto, te ha llamado por tu nombre, y te está esperando.