Asociación Misionera de Iglesias Pentecostales

Imagina un lienzo lleno de cicatrices, arrugas y manchas que ocultan su belleza original. Así es nuestra vida cuando las heridas y los errores del pasado nos desfiguran. Pero hay un Restaurador que transforma esas cicatrices en testimonios de gracia, revelando nuestra verdadera identidad. Este encuentro con Dios tiene el poder de sanar, restaurar y cambiar todo. ¡Hoy puede ser el día en que tus ojos se abran y tu corazón arda con una fe renovada!

En un mundo donde las exigencias profesionales, los problemas personales y las expectativas sociales generan constante presión, todos buscamos alguna forma de seguridad. Muchos recurren a los más avanzados sistemas de protección, equipos de vigilancia privada o sistemas de alarma. Pero, ¿qué pasaría si existiera una vigilancia más profunda, invisible y eficaz? Hoy te invito a reflexionar sobre una protección que va más allá de lo material, una paz interna que Filipenses 4:4-7 describe como una "paz que sobrepasa todo entendimiento."

Estimado lector, ¿Te has encontrado alguna vez mirando el reloj, sintiendo que el tiempo no avanza lo suficientemente rápido? En un mundo donde todo parece diseñado para darnos resultados inmediatos —desde las compras hasta las conexiones sociales—, la sensación de estar en pausa se ha vuelto casi intolerable. Vivimos atrapados en un ciclo de prisa, donde cada instante parece una carrera hacia un destino que nunca llega. Y sin embargo, en esta búsqueda incansable por más y más rápido, perdemos de vista algo crucial: la belleza de esperar.

"Ha pasado la siega, se ha acabado el verano, ¡y nosotros no hemos sido salvos!" (Jeremías 8:20). El pastor Omar Tejeiro, desde Bolivia, nos insta a no guardar silencio mientras la humanidad clama desesperadamente por una salvación que no llega. Las almas están en peligro, y el tiempo se agota. No podemos esperar más. La misión es clara: llevar el mensaje de la verdad a cada rincón del mundo antes de que sea demasiado tarde. Dios nos ha llamado a sembrar, orar y actuar. Es ahora o nunca.

La pasada Semana Mundial de las Misiones AMIP nos ha recordado una vez más la importancia de llevar las buenas nuevas de Jesucristo a todos los rincones del mundo. Desde la hermosa isla de Puerto Rico, la pastora Laura Santiago nos ha inspirado con su mensaje, invitándonos a reflexionar sobre nuestro papel en la Gran Comisión.

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¿Qué significa para usted ser misionero en estos tiempos?

Ser misionero no es solo una vocación, es el eco del llamado divino que resuena en lo profundo del alma. Es vivir cada día para el otro, siendo las manos, los pies y el corazón de Cristo en un mundo que a menudo ha olvidado el lenguaje del amor. Es caminar entre las sombras, sabiendo que llevamos la luz del Evangelio, y contemplar con asombro cómo esa luz transforma vidas. Es un privilegio que nos sobrepasa, y una misión que, aunque pesada, nos llena de gozo eterno. Ser misionero es ser testigo del milagro de la redención.

Este mensaje, dirigido a pastores, líderes y misioneros de todo el mundo, el pastor Omar Tejeiro, resalta la urgencia de responder al llamado de Dios en la misión de salvar almas. Desde Bolivia, donde la iglesia ha servido por 30 años, se enfatiza el clamor desesperado de millones de personas atrapadas en pecado y sufrimiento. Citando el Salmo 142:3-4 y otros textos bíblicos, se subraya la responsabilidad de la iglesia de llevar el evangelio a las naciones y ser luz en medio de la oscuridad. El llamado es a no cansarse de hacer el bien, confiando en la promesa de Dios: "Las naciones serán nuestra herencia" (Salmo 2:8), y sembrar para la eternidad.

Todos hemos sentido, en algún punto de nuestra vida, ese deseo de libertad, esa sed de explorar lo desconocido. Pero a menudo, estos caminos nos alejan de lo que realmente importa. La parábola del hijo pródigo, una de las más profundas enseñanzas de Jesús, nos invita a repensar nuestra búsqueda de felicidad y el verdadero sentido de la vida.

Dios no deja lugar a dudas: el mandato de ir al mundo y hacer discípulos es ineludible. No es una sugerencia, es una orden que atraviesa las Escrituras. Hoy, más que nunca, el mundo necesita hombres y mujeres que comprendan la urgencia de este llamado divino. Las almas están esperando.